En el entorno sanitario se ha desarrollado una “cultura de la Interrupción” que impacta negativamente en el desempeño de enfermeras y enfermeros, puesto que aumenta las probabilidades de omisiones, lapsus y errores.
Un estudio indicó que enfermeras y enfermeros de un servicio de traumatología estaban expuestos, en promedio, a unas 12 interrupciones por hora. Esto significa que atravesaban una interrupción cada cinco minutos. En el entorno sanitario se ha desarrollado una “cultura de las Interrupciones”, aceptada y sostenida por las y los profesionales de la salud. Esta cultura impacta negativamente en el desempeño de las y los profesionales de enfermería puesto que aumenta las probabilidades de omisiones, lapsus y errores.
El riesgo de cometer un error relacionado con la administración de un fármaco se incrementa un 12,7% por cada interrupción. La cifra se duplica si existen 4 interrupciones y se triplica si ocurren 6 o más.
Las enfermeras y los enfermeros raramente son capaces de completar una actividad sin ser interrumpidas/os. Esto puede deberse a varios factores:
La interrupción ocurre cuando se suspende una tarea principal para que se pueda realizar otra secundaria. Las interrupciones pueden ser clasificadas como:
De acuerdo con una investigación, el número de interrupciones experimentadas por enfermeras y enfermeros varió de 0,4 a 13,9 por hora, dependiendo del tipo de unidad observada. Las interrupciones fueron más frecuentes durante actividades de cuidado directo al paciente, terapia medicamentosa y documentación.
Por otra parte, existió un mayor número de interrupciones en la unidad pediátrica, hecho que puede deberse a que se trata de un ambiente de cuidado cuya población presenta características fisiológicas y de desarrollo particulares. Asimismo, es un espacio dinámico y de alta rotación de familiares, acompañantes y profesionales.
Se trata de habilitar, dentro de la habitación donde se prepara la medicación, una zona especialmente diseñada donde no se permitan interrupciones. Para ello, se puede pintar un círculo color rojo en el suelo, con el fin de que cuando una enfermera se encuentre dentro de él no sea interrumpida y pueda concentrarse en realizar una correcta preparación de la medicación potencialmente peligrosa.
La señalización de esta zona se puede reforzar con letreros que indiquen que el personal dentro de la zona delimitada necesita concentración.
Otra forma podría ser separar esta zona con una cortina, también de color rojo, donde, además, exista un cartel con el texto “por seguridad del paciente, no interrumpir”.
La idea retoma el concepto de “cabina estéril” (sterile cockpit) utilizado en aviación, que establece que no se debe interrumpir a los pilotos (a menos que ocurra una emergencia) durante los momentos de mayor riesgo, tales como despegue, aterrizaje y otras operaciones que se lleven a cabo a menos de 10.000 pies de altura.
Esta estrategia promueve que, durante la tarea de administración de la medicación, las enfermeras y los enfermeros utilicen un delantal y una gorra de un color llamativo con la etiqueta “Administrando medicación: no interrumpir”. En un centro hospitalario de Estados Unidos se llevó a cabo esta idea. La utilización de esta vestimenta redujo el número de interrupciones en un 64% y, consecuentemente, el número de errores asociados con la medicación.
Implica que el centro de salud designe una hora, generalmente al principio del turno, para que las enfermeras y los enfermeros puedan enfocarse en realizar una correcta comunicación durante el relevo y una preparación segura de la medicación. Para que esta estrategia sea efectiva es preciso retrasar cualquier otro requerimiento, a menos que se trate de una emergencia, hasta que esa hora termine. Esto significa no atender o derivar llamadas telefónicas de admisión, dudas de pacientes y/o familiares o consultas no urgentes del resto de compañeros del equipo sanitario.
En un hospital donde se realizó esta práctica durante seis meses, se redujo significativamente el número de interrupciones y de errores en la administración de fármacos.
Cuando ocurra una interrupción, las y los profesionales de enfermería deben responder, primero, asertivamente (reconocer la importancia de la demanda). Luego deben expresar el “no” (explicar por qué no pueden responder a ella de forma inmediata) y terminar con otro sí (indicar cuándo y cómo se le atenderá a quien solicite intervención de una enfermera o enfermero).
Suscripción exitosa
¡Muchas gracias por suscribirte
a nuestro newsletter!