Como todos los años, dio inicio en México la campaña de vacunación contra la influenza. En esta oportunidad, de manera anticipada y marcada por la actual pandemia por COVID-19.

Desde el gobierno mexicano anunciaron que esperan lograr la aplicación de unas 36 millones de dosis en todo el territorio: una cifra que supera con creces a la cantidad administrada en campañas anteriores. Dado el contexto, el personal sanitario ha sido definido como población prioritaria por las autoridades mexicanas a la hora de distribuir las vacunas. Algunos centros sanitarios, como por ejemplo el Instituto Nacional de Cancerología, generan iniciativas destinadas a incrementar la adherencia a la vacunación contra la influenza. Buscan que el 100% del personal de salud involucrado en la atención de pacientes sea inmunizado.

¿Por qué es recomendable que todo trabajador de la salud reciba vacunación contra la influenza?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la influenza afecta cada año entre el 5% al 15% de la población adulta (350 millones a 1.000 millones de personas), con cifras que oscilan entre los 250.000 y 500.000 decesos anuales por dicha causa. Si bien el 90% de las muertes se concentran en edades por encima de los 65 años, algunas comorbilidades pueden contribuir a dicho desenlace en edades más tempranas. Ser profesional de la salud, evidentemente, no inmuniza contra el virus. Ni previene la aparición de complicaciones que pudieran surgir en la evolución, tales como neumonías o sobreinfecciones bacterianas. Según lo relatado, un primer motivo para recibir la vacuna sería la propia salud del trabajador sanitario.

Alguien que trabaja en un centro sanitario y está involucrado en la atención de pacientes tiene mayores posibilidades de contraer influenza en su ámbito laboral. También de propagar dicha infección a las personas que asiste o incluso a compañeros de trabajo.

En un estudio, publicado en mayo de este año en la revista PloS One, se analizó el comportamiento de profesionales de la salud ante la presencia de síntomas compatibles con influenza. Lo hicieron por medio de encuestas distribuidas vía redes sociales en diversos países del mundo. Se pudo determinar que más del 80% concurrirían a su trabajo con síntomas tales como dolor de garganta, congestión y secreción nasal, estornudos, tos leve o fatiga. La inseguridad laboral sería uno de los factores que explicarían la citada conducta.

Menor ausentismo laboral gracias a la vacuna contra la influenza

Un metanálisis, que involucró a 58.245 trabajadores de la salud, demostró reducción de infecciones por medio de la vacunación. En otro estudio, ese efecto protector se asoció a una menor cantidad de días con fiebre y síntomas respiratorios entre el personal. Así como un menor ausentismo laboral entre los vacunados. Datos más que vitales en tiempos de pandemia por COVID-19 y escasez de recursos humanos.

La OMS fijó como objetivo que al menos el 75% del personal sanitario sea inmunizado cada año frente a esta enfermedad. Pero dicha iniciativa ha tenido suerte dispar, quedando en varios países como una mera expresión de deseo. La combinación entre presentismo con síntomas y baja cobertura de vacunación no hace otra cosa que potenciar el riesgo de transmisión de influenza en el ámbito laboral.

Ahora bien, ¿por qué el personal sanitario no se suma a las campañas como esperan las autoridades? Algunos estudios exploratorios han intentado brindar respuestas. En 2019 uno de ellos -realizado en Francia y en el que participaron residentes de medicina general- identificó a la “falta de tiempo” o el “olvido” como uno de los principales motivos para no estar vacunado. Por medio de encuestas anónimas, no se objetivó un rechazo explícito a la vacuna contra la influenza. Para los autores, disponer de una unidad móvil de vacunación en el centro laboral podría incrementar notoriamente la adherencia entre los y las profesionales. Según diversos trabajos han sido relacionados otros factores, tales como una inadecuada percepción del riesgo o creencias incorrectas acerca de la seguridad y eficacia de la vacuna.

En ese escenario, y para mejorar la adherencia a la vacunación contra la influenza, en México y otros países se apuesta a recabar mayores evidencias, lograr una mejor comunicación en tiempos de posverdad y por supuesto una mayor educación sanitaria.